El puerto de Buenaventura, principal puerta del comercio exterior colombiano, continúa enfrentando un cuello de botella crítico: la devolución de contenedores vacíos. A pesar de las alertas de gremios y las promesas oficiales, la situación sigue generando sobrecostos, demoras y riesgos que afectan la competitividad del país.
Un problema estructural que no cede
Desde mediados de 2025, asociaciones como Colfecar y Fedetranscarga vienen advirtiendo que la mayoría de las navieras no evacúan los vacíos de manera eficiente. El resultado ha sido un represamiento creciente en terminales y patios, con tiempos de espera que superan los seis días y citas de devolución aplazadas hasta por cuatro días.
Los patios de acopio han llegado a niveles de ocupación del 105 %, evidencia clara de que la infraestructura actual es insuficiente para la demanda. A esto se suman cobros de mora por demoras que, en la práctica, se originan en la falta de coordinación entre navieras, terminales y autoridades.
Fitac, por su parte, ha advertido sobre los costos adicionales que trae consigo esta crisis: procesos aduaneros demorados, vencimiento de documentos y la obligación de nacionalizar mercancías en puerto, con el consiguiente impacto económico para importadores y exportadores.
Más allá de la logística: un riesgo para la seguridad
La congestión en Buenaventura no es solo un problema operativo. Expertos en seguridad portuaria alertan que este caos logístico abre espacio a prácticas ilícitas como, robo de mercancías y corrupción, aumentando la vulnerabilidad del sistema portuario colombiano frente a sanciones y restricciones internacionales.
La respuesta oficial: una mesa técnica interinstitucional
Frente a esta crisis, la ministra de Transporte, María Fernanda Rojas, anunció la creación de una mesa técnica interinstitucional con el objetivo de reducir los tiempos de permanencia de contenedores vacíos. La iniciativa incluye a la DIAN, la Superintendencia de Transporte, navieras, operadores portuarios y gremios logísticos.
Sin embargo, a la fecha, no se han reportado avances concretos. El boletín marítimo-portuario de la ANDI, publicado apenas hace dos días, reiteró que la devolución de vacíos sigue siendo uno de los principales cuellos de botella logísticos del país.
Lo que ocurre en el día a día
Más allá de las declaraciones oficiales, las empresas de transporte y logística enfrentan esta crisis en su operación diaria. La saturación de patios y la demora en asignación de citas han obligado a implementar medidas internas de control para mitigar riesgos.
Entre ellas se destacan:
– Comunicación inmediata de tiempos de inspección según disponibilidad de patios.
– Restricción al uso de parqueaderos para almacenar contenedores vacíos, a fin de evitar costos y responsabilidades que no corresponden.
– Inspecciones condicionadas a procedimientos previamente autorizados, garantizando seguridad en cada devolución.
– Establecimiento de tiempos máximos de espera antes de aplicar recargos por demoras.
Estas acciones reflejan que la cadena logística está absorbiendo los efectos de la crisis sin que existan aún soluciones estructurales que alivien la presión.
Una urgencia que no da espera
El caso de Buenaventura es un espejo de los desafíos que enfrenta la infraestructura portuaria colombiana. La mesa técnica planteada por el Gobierno es un primer paso, pero mientras no haya resultados tangibles reducción de tiempos, ampliación de capacidad y coordinación real con las navieras, la carga de la crisis seguirá recayendo en las empresas y en los consumidores finales.